Hoy ella me escribió mientras iba camino al trabajo.
Me dijo que no se sentía bien, que todo se le estaba haciendo demasiado. Que trataba de mantener la normalidad —esa que el mundo aplaude, la que exige resultados, sonrisas y energía—, pero que por dentro sentía que se estaba rompiendo poquito a poco.
Y aun así, entre sus palabras, me dijo algo más: “El viernes es mi última quimio.”
Ahí me quedé en silencio.
Porque entendí que esa frase, tan simple y tan enorme, carga meses de lucha, de cansancio, de miedos que no se dicen en voz alta. Y que aunque todavía le esperan otros pasos —la inmunoterapia, las radios, la recuperación—, llegar a ese punto ya es una victoria inmensa.
Le dije que lo que siente es válido.
Que su cansancio no es debilidad.
Que ha pasado meses enfrentando una guerra silenciosa en su cuerpo y aún así sigue.
Que no tiene que sonreír todo el tiempo para demostrar que es valiente.
A veces lo más humano es simplemente admitir que no estamos bien.
Y que eso también es parte del proceso de sanar.
Así que si hoy, como ella, te sientes sobrepasada, recuerda que no tienes que fingir que todo está bien.
Respira.
Haz una pausa.
Suelta un poco la pose.
Y date permiso de ser —con todo lo que eso implica.
No hay nada más valiente que seguir eligiendo la vida, incluso cuando duele un poco.
Y sí… a veces también se llora de cansancio justo antes de una gran victoria.
Comments are closed